
Estas manos que me llevan
por las calles de la vida
esa cara que me obliga
a mirarla de rodillas.
Esa voz que me aconseja
no creer en las sonrisas
ese pelo que me cubre
como lluvia de caricias.
Esa que de puro honesta
en el fondo te molesta
esa que te admira tanto
que te obliga a ser un santo.
Confidente de mis sueños
de mis pasos cada día
su mirada mi camino
y su vida ya mi vida.
Si no existieras
yo te inventaria
pues sin duda alguna
tu eres mi alegria.
La niña de los ojos de cielo.
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